El domingo corrí al lado de casa, tres estaciones de metro me separaban de la salida y la meta de la Liberty. Es ésta una de esas carreras en las que el dorsal y la camiseta se recogen los días anteriores a la prueba. Para ese menester conté con la colaboración necesaria de Jaime que se escapó al mediodía del jueves a por las "ceñidas" camisetas conmemorativas, son de las tallas más ajustadas que se pueden encontrar en el mundillo de las carreras populares... Habrá que ponerse a "plan" para estrenarla.
En el metro coincido con otros tantos que van a lo mismo que yo, la mayoría llevan puesta la camiseta de la carrera, es una "costumbre" de la misma y eso que en absoluto viene recogido en el reglamento que sea de uso obligatorio, en fin todos como "borreguitos" con las ceñidas camisetas, publicidad extra para la compañía aseguradora. La carrera tiene a Chema Martínez como figura del cartel, hace buenos los pronósticos y la gana, felicidades Chema.
Había quedado a las ocho en la recogida de los chips, Jaime no me reconoce y le tengo que hacer ver que soy yo, esquilado pero yo. Poco antes me crucé con Nacho otro compañero del Nunca que no se pierde ni una. También vimos a Rodri y a Joaquin, compañeros de nuestro anterior Club. Joaquin subió al podio el fin de semana pasado en Carranque, felicidades de nuevo. Rodri me confirma que conoce a Javier Martínez, son compañeros en los Maratonianos de Leganés.
Antes de la salida nos juntamos con Nacho e Isaac, los cuatro somos la representación del Nunca en la carrera. Dejamos a los "jóvenes" que calienten antes de empezar, nosotros bastante tenemos con lo que cae y eso que son las nueve de la mañana...
Sé que no puedo ir con muchas alegrías así que me pongo algo atrás respecto a los 8.000 ó 9.000 corredores, Nacho y Jaime por amistad se colocan conmigo, gracias. Desde nuestra salida casi cuatro minutos después de la de Chema les dejó que vayan a su ritmo el mío no va a ser bueno, aún así tengo en el punto de mira a Jaime hasta pasado el kilómetro dos, pero dos torceduras de tobillo en el magnífico acerado que nos ha "regalado" nuestro querido Alcalde me hacen dejarme de tonterías y prestar más atención de dónde y cómo piso. El calor es desde ese momento lo peor de la carrera. Antes de la "cuesta" de Concha Espina nos dan el agua. Me la reservo para el final de la misma, a mitad de cuesta el kilómetro seis, al finalizarla veo a mano derecha unas sombras de unos árboles y me paro a dar buena cuenta de la botella y echarme parte en todo lo alto de la cabeza. Se me ha olvidado la gorra y tengo la cabeza ardiendo, allí me hago amigo de un perro que me saluda muy cariñoso, cada uno tiene tirón con los de su especie...
Reemprendo la marcha sabiendo ya que me quedan poco más de tres kilómetros y me olvidaré del sol y de mi mala cabeza. Un poco más adelante nos encontramos con dos compañeros a los que se les está atendiendo, espero que solo por golpes de calor y lo digo tan alto que otra corredora me dice "eso, que solo quede en éso".
La llegada tiene quinientos metros finales en repecho de esos que se te pueden atragantar pero yo voy más ligero que en todo el recorrido, pienso que total me quedan unos minutos para tomarme una cerveza y eso quieras que no da alas. El tiempo final patético, pero me lo tengo bien merecido por vago: 56' 36". En fin ahora solo queda volver a correr y ver si dentro de dos semanas mejoramos algo.
Un saludo.