Para contar la maravillosa experiencia que viví el sábado tengo que empezar por precisar parte de lo que cuenta Abe en su entrada, ya sabemos que su memoria es frágil. Cuando él me contó que tenía un amigo que hacía parapente, yo le dije que estaría bien probar algún día. Claro que esta conversación fue hace muchos años (menos de 16, claro) y no se lo tendremos en cuenta.
Todo empezó el fin de semana anterior cuando Abe me dijo que si no tenía planes para el sábado siguiente, él tenía un super plan, que no me podía decir, que "no era algo que se hiciera habitualmente", pero que no me iba a decir nada más, que era sorpresa. Yo le dije que sí, con la esperanza de que hubiera llegado el día de ir a volar. Claro que Abe, ante mi insistencia por sonsacarle información durante la semana, me dio algunas pistas falsas que casi me hacen perder la esperanza...
Y llegó el sábado y nosotros a Caracenilla, donde fuimos conociendo al resto de intrépidos que comparten vuelos con Superop y Alioth. Fue entonces cuando nos contaron la "maldición" de los acompañantes de Javi y Abe y yo nos echamos a temblar, "a que con nuestra suerte, nos quedamos sin poder volar...". Entonces fuimos a lo que los entendidos llaman el vuelo del despegue sur. Después de esperar y esperar, como ha dicho Abe para la práctica de este deporte hay que armarse de paciencia, y cuando ya creíamos que tendríamos que esperar a la tarde para tener suerte, Chan hizo la pregunta, "¿quién va primero?". Abe fue todo un caballero y me cedió el honor de estrenarme antes que él.
Esta es la cara que se tiene antes de volar
A pesar de lo que parezca por la foto, no estaba nerviosa, ni impresionada por la altura (250 metros del despegue al suelo), solo tenía ganas de volar de una vez. Y de repente, ya estaba en el aire. Ni sensación de vértigo, ni de riesgo, ni asomo de miedo. No puedo describir con palabras la sensación de flotar en el aire... ¡Increíble!
Aquí estoy surcando los cielos
Además tuve suerte y, a cambio de algunos movimientos que hicieron que mi estómago subiera como cuando coges un cambio de rasante en la carretera, pude subir y subir. ¡Genial! No sé cuánto duró el vuelo, sólo puedo decir que se me hizo corto, muy corto. El aterrizaje, en un campo de trigo ya cosechado, fue también muy fácil y, a pesar de mi torpeza natural, no hubo caídas ni tropezones.
Justo antes de aterrizar
Después de aterrizar Chan me dijo que el vuelo había sido un poco movido. Yo me lo pasé tan bien, que ni me di cuenta. Claro que, el no tener con qué comparar, quizá algo ayudara.
Como bien dice Abe, al final todas estas cosas realmente enganchan si la gente con la que te mueves merece la pena. Nosotros nos sentimos muy a gusto entre este grupito de locos que se dedican a volar. Gracias a todos ellos, en especial a Superop y Alioth por insistirle a Abe en que tenía que ir y por supuesto, a Abe por contar conmigo para esta aventura. La próxima espero que no se haga esperar tanto.
Y por supuesto, recomiendo a todo el mundo que lo pruebe, merece la pena.