Después de una aproximación, corta pero intensa, de media horita (sin nada que ver con la de la cueva de la mora, donde casi nos cuesta más de un disgusto), nos plantamos Losito y yo al pie de las vías. El tercer componente masculino, a estas alturas de la mañana, todavía seguía en posición horizontal encima de su cama.
Con un temperatura ideal para escalar, y alternando los claros con las nubes, empezamos la faena con vías sencillitas de un solo largo, como toma de contacto con el granito de la zona. Las vías fueron Carne de carné y Mi querido Bolañal.
Acabada la primera tanda, pasamos a otra vía de varios largos (De cabeza al convento), que daba acceso a la zona superior, y donde estuvimos enredando con las cuerdas y con el material, vaya, en nuestra línea!!. En total fueron 3 largos, montando en el segundo la reunión en un árbol. En la tercera reunión decidimos bajar, ya que nos juntamos con otra cordada de 3 personas (os recuerdo por si ha quedado en olvido, que inicialmente nosotros también éramos 3) y por arriba había un parejita que iniciaba el descenso. Muchísima gente para tan poco sitio. En dos tandas de rápeles, nos plantamos en el suelo y nos dispusimos a almorzar.
A estas horas Losito estaba ya un poco fatigado, pero le convencí para hacer las últimas vías de la jornada, (Feliz aniversario y Láctea) que por cierto, fueron las más exigentes. La primera chapa estaba lejísimos (os lo digo yo) y la distancia entre seguros era muy grande, pero bueno, con paciencia y grandes dosis de templanza, se consiguieron realizar.
Creo que la sección femenina del G5 (los tres componentes restantes) disfrutaría mucho en esta zona. Un pelín más exigente que las Placas del Canalla, (primeras vías donde nos enseñaron a escalar), pero como decía antes, muy asequibles. Losito puede confirmarlo.
Un abrazo para todos.