lunes, 7 de septiembre de 2009

Lituania: Vilnius y alrededores

Con más de un mes de retraso, aquí empieza la crónica de mi periplo estival por Lituania, Letonia y Estonia. Estas tres repúblicas, aunque distintas, tienen bastantes cosas en común, como ya os comenté a mi vuelta.

Lo que más me impresionó según aterrizábamos en Vilnius, la capital de Lituania, fue lo verde que era todo. Daba la impresión de que el avión fuera a parar en medio de un bosque. En Vilnius pasamos una tarde y una mañana.
La primera parada fue el Museo de las Víctimas del Genocidio, que está situado en el edificio donde tanto la KGB como la Gestapo tuvieron su cuartel general. Resultaba bastante impresionante poder ver la recreación de las celdas de los reclusos y pasear por la cámara de ejecuciones y más si tenemos en cuenta que se han utilizado hasta no hace tanto tiempo. Esta clase de sitios nos hacen reflexionar sobre la clase de mundo en el que nos ha tocado vivir. Antes de la guerra, existía en Vilnius una de las comunidades judías más florecientes de Europa. Aún se conserva su barrio, que fue una de las zonas que más me gustó de la ciudad. No puedo comparar Vilnius con ninguna de las capitales europeas que conozco ya que, a pesar de sus bonitos edificios y lo cuidado que está todo, no me quedé con nada que descatar o recomendar, simplemente el pasear por sus calles, insólitamente vacías a mi modo de ver.

Una de las cosas curiosas con las que cuenta esta ciudad es la existencia de una república independiente en uno de sus barrios. Se llama la República de Uzupis y en uno de sus muros está colgada su constitución que, entre otras cosas, da derecho a "ser único, a amar, a ser feliz (o infeliz) o a ser un perro".


Para entrar en este barrio hay que cruzar un puente cuyas barandillas están llenas de candados. Según la tradición lituana, las parejas de recién casados tienen que colgar un candado de algún puente o mirador para no separarse nunca, ¿funcionará?


A unos 30 km. de Vilnius se encuentra Trakai que, en el pasado fue temporalmente la capital de Lituania. Allí destaca su castillo, supuestamente medieval aunque en su mayor parte está reconstruido. Para mí lo mejor fueron los paisajes de la zona, el propio castillo está en una isla del lago Galvé que han comunicado mediante un puente con el pueblo.

A la hora de comer probamos uno de los platos típicos de Lituania, la sopa fría de remolacha. Estaba buena, a pesar del exceso de eneldo que quita el sabor de todo.
Mi impresión general de la gastronomía lituana no fue muy positiva, ni por la calidad, ni por la cantidad, ¡¡el hambre que pasé!! Otra de las características negativas es la mala atención en los restaurantes. Sin exagerar, desde que pedías podía pasar fácilmente una hora y media hasta que empezaban a servir los platos. Si los madrileños nos desesperamos por la lentitud del servicio en cuanto salimos del caos y las prisas de nuestro Madrid, no os quiero contar lo mal que lo pasamos por estos lares...

Desde aquí nos encaminamos a la costa, pero eso será otra entrada.

6 comentarios:

SONIA dijo...

La misma sensación, la de entrar en un bosque, fue la que tuve yo cuando aterricé en Rusia. En muchas cosas me recuerda a lo que viví, sobre todo que las ciudades sean para pasear y disfrutarlas. Hace tiempo que tengo las repúblicas bálticas en mente... me está entrando envidia, ¿sabes?

Un beso!

Abe dijo...

Se ha dejado de rogar esta entrada, las cosas buenas se hacen despacio y con buen tino para poder disfrutarlas en toda su plenitud, sin prisas pero sin pausas.
Yo no tengo claro si podré estar alguna vez físicamente en estos lugares que nos relatas en tus crónicas (Bulgaría, Lituania, Estonia...) pero de lo que puedes estar segura es que leyendo tus crónicas siento cómo que ya he estado aquí antes...
¡Venga queremos más! ¡Soy un viajero ansioso!
Un beso.

Saturnino dijo...

Ya ni me acordaba de que tenías esta historia pendiente; bueno pues me pasa lo que al resto, creo que con el relato yo ya he estado allí; lo que me he ahorrado, jeje.
Un beso.

Johnnie Deriva dijo...

"Sopa fría de remolacha" debe ser de las pocas con las que no me he encontrado últimamente...
Sabías que el eneldo en la Edad Media se usaba para protegerse de la brujería...
Lo de los candados no funciona, ni allí ni aquí, hace tiempo yo seguí una tradición similar y el objeto perdura, del resto solo recuerdos...

Beatriz dijo...

Sonia, la verdad es que impresiona tanta naturaleza. Para mí las repúblicas bálticas fueron de menos a más en el orden en que las recorrí (Lituania, Letonia y Estonia). Os sigo contando...
Abe, gracias por la paciencia, je, je. El resto poco a poco.
Saturnino, no me extraña que se te hubiera olvidado que estaba pendiente. Y aún queda lo mejor.
Johnnie, tenía claro que lo de los candados no funcionaba, me pareció curioso y por eso os lo conté. No sabía lo del eneldo.
Besos.

jose aguilar dijo...

que mala suerte tuvistes tu,yo lo pase muy bien los restaurantes de comida tradicional son muy buenos y baratos,lo tradicional no tiene que ser caro.el servicio siempre fue de lo mejor.me encanto los zepelines y la sopa de remolacha .la gente muy educada y amable.mi impresion de lituania es muy buena, estuve en trakai donde comi una empanada buenisima, las sopas en los paises balticos son de lo mejor .estuve en klaipeda ,kaunas y siempre comi bien ,la verdad es que no es muy variada la carta.pero vale la pena visitar estos paises

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