Paseando por los blogs que tenemos en la pestaña de enlaces, doy con mis ojos en el blog de mi amigo Saturnino, "Al paso" y leyendo su entrada sobre la Última carrera de Agosto por la Sobarriba, se me va la cabeza y me pongo a divagar...
Llevo un tiempo un poco raro, y ya sabéis que nuestras rarezas siempre terminan afectando a los que tenemos más cerca... Tengo una frase que repito con bastante asiduidad "no somos islas y todo lo que hacemos afecta a los de alrededor", últimamente la he "perfeccionado" he cambiado "islas" por "icebergs", más que nada he pensado, ya lo sé Beatriz, ya sé que no debería hacer cosas que no se me dan bien, que las islas al final están conectadas con el resto de la masa terrestre y los iceberg no. Bueno que me pongo a divagar y pierdo el hilo.
Al paso, siempre he tenido la manía de intentar marcar el paso a los que me rodean, no ha sido algo premeditado en realidad incluso no he sido muy consciente de ello hasta hace muy poco tiempo.
Yo para compensar mi lentitud corriendo prefiero que el resto de mi vida vaya a una velocidad de vértigo. Y siempre intento que los que me rodean cojan mi mismo paso. Llevando más lejos esta fea manía, intento que el resto lleven la velocidad que yo creo es la adecuada en sus propias vidas, incluso en asuntos que nada tienen que ver con la mía. Es una situación que raya en la tiranía y que por supuesto duele al que se la intento imponer.
Esto que según lo voy escribiendo me parece de cajón, es algo que he tenido que aprender después de cuarenta años ¡uf! la verdad es que no soy tan rápido como creía, dieciséis años para volar, otros cuarenta para darme cuenta de lo egoísta que soy... ¿Cómo puedo pedir velocidad a los demás?
En estas estoy reconociendo mis defectos e intentando aprender de ellos para no volver a tropezar en la misma piedra, pero sobre todo para no ser ingrato con los que más quiero y no hacerles sufrir por mi egoísmo sumo.
Como no somos icebergs, el reconocimiento de este gran defecto mío se lo debo a quién tengo más cerca, por desgracia causándoles un dolor innecesario, así que perdón por intentar marcaros el paso en vuestras vidas y gracias por hacerme ver la realidad.
Un saludo.
Llevo un tiempo un poco raro, y ya sabéis que nuestras rarezas siempre terminan afectando a los que tenemos más cerca... Tengo una frase que repito con bastante asiduidad "no somos islas y todo lo que hacemos afecta a los de alrededor", últimamente la he "perfeccionado" he cambiado "islas" por "icebergs", más que nada he pensado, ya lo sé Beatriz, ya sé que no debería hacer cosas que no se me dan bien, que las islas al final están conectadas con el resto de la masa terrestre y los iceberg no. Bueno que me pongo a divagar y pierdo el hilo.
Al paso, siempre he tenido la manía de intentar marcar el paso a los que me rodean, no ha sido algo premeditado en realidad incluso no he sido muy consciente de ello hasta hace muy poco tiempo.
Yo para compensar mi lentitud corriendo prefiero que el resto de mi vida vaya a una velocidad de vértigo. Y siempre intento que los que me rodean cojan mi mismo paso. Llevando más lejos esta fea manía, intento que el resto lleven la velocidad que yo creo es la adecuada en sus propias vidas, incluso en asuntos que nada tienen que ver con la mía. Es una situación que raya en la tiranía y que por supuesto duele al que se la intento imponer.
Esto que según lo voy escribiendo me parece de cajón, es algo que he tenido que aprender después de cuarenta años ¡uf! la verdad es que no soy tan rápido como creía, dieciséis años para volar, otros cuarenta para darme cuenta de lo egoísta que soy... ¿Cómo puedo pedir velocidad a los demás?
En estas estoy reconociendo mis defectos e intentando aprender de ellos para no volver a tropezar en la misma piedra, pero sobre todo para no ser ingrato con los que más quiero y no hacerles sufrir por mi egoísmo sumo.
Como no somos icebergs, el reconocimiento de este gran defecto mío se lo debo a quién tengo más cerca, por desgracia causándoles un dolor innecesario, así que perdón por intentar marcaros el paso en vuestras vidas y gracias por hacerme ver la realidad.
Un saludo.
1 comentario:
¡Qué valiente!
Reconocer tus miserias... Ese es un paso demasiado arriesgado ¿no crees?
Te conocí en los días de furia, al menos entonces no eras así...
Apasionado sí, cómo si te fuera la vida en cada asalto, pero nunca diría que eras egoísta...
¿Hemos cambiado tanto?
¿Sabes ya quién soy?
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