lunes, 28 de abril de 2008

Mapoma 2008 (1) las 48 horas anteriores.

Aunque lo lógico es empezar por el principio, me voy a permitir una licencia en esta crónica del Mapoma 2008, y es para reseñar que un atleta al que muchos de los que paseamos por aquí tenemos un especial cariño, nunca nos ha negado nada en lo que le hayamos pedido ayuda, fue el ganador del Mapoma 2008, Chema Martínez hizo un tiempo de 2 horas 12 minutos y 42 segundos, el cuarto mejor tiempo de los 31 años de existencia del Maratón de Madrid.
Muchas Felicidades Chema y mucha suerte para las Olimpiadas de Pekin estamos contigo.
Y ahora vuelta al principio, como puedes observar Fernando sobreviví al Mapoma, aunque el como, te lo contare mas adelante.
Nuestro maratón empezó el viernes con la llegada de la "Hermoso´s family", por la tarde ya estaban en el hostal del Peine, y nos empezábamos a poner al día, Guillermo es un niño super simpático a pesar de que al cogerle en brazos lloro... bueno yo lo achaco al largo viaje desde tierras Onubenses, no puedo creer que mis barbas le dieran alergia...
Amelia y Pablo están como siempre, me consta que no tienen ningún pacto con el diablo, lo que no se es si las petro químicas de Huelva tienen algo que ver en el "no" paso del tiempo por ellos.
Rápidamente Pablo y yo conducimos la conversación al "tema" primordial, el Mapoma, seguimos hablando de intentar los seis minutos kilómetro aseverando que mucho mas lento nos quitaría fuerzas y que mucho mas rápido no era tan siquiera negociable, nuestros estados físicos tampoco son para intentar heroicidades condenadas al fracaso.
A la velada del Viernes se unió Beatriz y comprobamos que evidentemente Guillermo no solo es muy simpático también es muy sociable, el recibimiento que le hizo lo demuestra y máxime cuando a Beatriz los niños se resisten a mostrarle simpatía hasta que no la conocen, doy fe de ello. Prepare una cena a la altura de mis dotes culinarias, una pizza cuatro quesos familiar.
El Sábado era el cumpleaños de Amelia, Guillermo, ella y sus padres, fueron a visitar a la tía de Amelia al Hospital, y Pablo y yo teníamos la misión de ir a recoger los dorsales de la carrera, nos dirigimos al Pabellón de la Pipa en el recinto ferial de la Casa de Campo y ya hubo alguna cosa que no nos gusto, unas lineas azules inequívocas del trazado del maratón en una cuesta importante, sabíamos que Murphy se saldría con la suya y el Domingo nos tocaría subirla ¡¡¡ufffff!!!
El dorsal de Pablo el 6789 y el mio el 6619, para recogerlos nos toco esperar un par de colas, todo el mundo dejo para el Sábado la retirada de dorsales, la feria del corredor del Mapoma sigue siendo mas de lo mismo, la verdad no tiene ningún aliciente al menos para mi el ver siempre los mismos stands con los mismos productos, pero es parte del teatro que rodea a un evento deportivo de este calado.
Para los no habituados, en las carreras populares los atletas no profesionales pagamos una inscripción, que varia según la distancia y la prueba de la que se trate, ese pago suele dar entre otros, derecho a correr la carrera, a que te cronometren tu tiempo, a un seguro en la carrera y a lo que se viene en llamar la bolsa del corredor, muchos corredores califican las carreras a razón del contenido de esta última y a su relación con el precio de la inscripción, el maratón de Madrid es muy caro y cada año que pasa el contenido de la bolsa es peor, no voy a seguir haciendo leña de este tema pero en comparación con otros eventos el Mapoma sale muy mal parado.
Al mediodía del Sábado Amelia nos invito a comer en un restaurante de la calle Modesto Lafuente, que pequeño es el mundo verdad amigotes, fue una comida espectacular que a mi al menos me cerro la puerta a la ansiada cena de la pasta, Pablo hizo un esfuerzo y se pimplo su platito de rigor.
La tarde noche del Sábado se nos fue haciendo los preparativos del Domingo, el ritual de poner el chip entre los cordones de las zapatillas, fijar el dorsal a la camiseta con los imperdibles, seleccionar los calcetines (ahí Pablo nos dio una guerra terrible hasta la elección final el tiempo demostró que fue la buena), poner en la bolsa la crema solar, la vaselina (no seáis mal pensados, 42 kilómetros corriendo ayudan a la aparición de heridas y rozaduras en partes sensibles, ingles, pezones... la vaselina mitiga e incluso puede evitar su aparición), también la logística de los puntos donde Amelia y Guillermo nos estarían dando su apoyo, aliento y unas chocolatinas que a Pablo le dan la vida en plena carrera.
Reconozco que tarde en quedarme dormido, pero lo hice profundamente, fue un sueño reparador hasta que el despertador y Pablo me despertaron a las siete de la mañana, lo que sigue os lo contare mañana.
Un saludo.




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