martes, 18 de septiembre de 2012

La niña y la perrita


Y me acurruco contra su pecho porque estoy segura que junto a mamá todo es más sencillo, me tranquilizo y el día termina feliz . Mamá me acaricia el pelo, despacito, susurrando palabras que yo ni siquiera escucho, es como un viento suave, y lo pasado durante el día queda lejos y duele menos. Cuando era pequeña también abrazaba a mi "po", pero eso es de niños pequeños y yo tengo seis años. Dentro del abrazo de mi mamá, calentita y salvo, pienso en la perrita, que quizás sí me quería pero aún no lo sabía, que Abe tiene razón y que me tenía miedo, porque yo soy una niña y claro, soy la primera niña a la que conocía, bueno, a mí y mi hermana, que tiene mucho miedo a todos los perros, al menos eso dice ella, porque últimamente yo veo que cada vez se asusta menos, he llegado a pensar que es una excusa para que mamá la coja en brazos, el caso es que la perrita no conoce a los niños, porque somos muy diferentes a los adultos, corremos, saltamos, gritamos de alegría, reímos y siempre estamos hablando, y hablando sin parar, y nos movemos mucho, y a lo mejor, eso que hacemos a ella no la gusta. Porque yo iba con mucha ilusión, llevo todas las vacaciones pensando en ella: que me podría acompañar cuando salgo al parque, cuando monto en bici, y mis amigos siempre querrían estar conmigo porque tener un perro es tener mil amigos más. Y en invierno cuando hiciera frío siempre tendría un motivo para salir a la calle, y las dos correríamos felices, y de vuelta a mi casita naranja bebería agua fresca al mismo tiempo que yo, porque vendríamos sudando de tanto correr... pero, no sé que pasará, mi hermana no la quiere, a la perrita, dice que tiene miedo, y yo también lo tengo, porque me gruñe, y porque oí su ladrido y me asusté, en realidad, yo no sabía que los cachorros ladraran tan fuerte. Se me acercaba y me olía, tiene la nariz mojada, eso no me gusta, pero mamá dice que es normal. Debe de tener el pelo suave, mamá si la acariciaba y la perrita parecía gustarle, en cambio yo como tenía miedo, pues no la toqué, la perrita me gruñó y me asusté más aún. Es raro, antes de conocerla ya la quería tener, y ahora la conozco y no sé si la quiero o no, es un lío... es tan bonita, pero más grande de lo que pensaba, y ... ladra, y  muerde la mano de los adultos, ellos dicen que es para jugar, pero yo no estoy tan segura... y se ha hecho de noche y estoy cansada, triste, un poco, tengo sueño, y no quiero pensar más...

2 comentarios:

Abe dijo...

Tú dices muchas veces que si vinieran con manual de uso (las niñas) sería todo más fácil, yo apunto también más aburrido...
La solución es que los perros y los niños llevaran sistemas operativos de software libre o código abierto, así podríamos "toquetear" los "errores desconocidos 13014..."
Pero claro perdería la gracia y olvidaríamos nuestra capacidad de asombro ;-)

Saturnino dijo...

Bonita historia. Lo mejor de un niño es su inocencia, y sin ella ya no sería lo mismo, y lo mejor de los perros su lealtad.
Un beso.

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